Por El Salmanticense

Dentro de las corrientes filosóficas afines o inspiradoras del satanismo moderno, podemos considerar que el existencialismo ocupa un lugar relevante. Nacido en la Europa de entreguerras de la mano de filósofos como Sartre, Camus, Heidegger, Simone de Beauvoir, y con antecedentes como Nietzsche o Kierkegaard, da cuenta de la orfandad del hombre en un mundo desacralizado incidiendo en la cuestión de la libertad individual y la responsabilidad en la forja del propio destino, generando un sentido para una existencia a priori despojada de él o signada por la conciencia del absurdo. Según Peter Thorslev, la siguiente declaración del Satán miltoniano ha sido objeto de asimilaciones e interpretaciones entre las que se podría hallar una “proto-existencialista”[1]:

La mente es su propio lugar y puede

hacer en ella un Cielo del Infierno

y del Infierno un Cielo. ¿Qué importa,

si sigo siendo el mismo, lo que sea

y dónde esté, solamente inferior

a aquél a quien el rayo hizo más grande?[2]

Asimismo, Peter Zuk ha estudiado la noción de libre albedrío en relación con la figura de Satán en El Paraíso perdido, así como las contradicciones presentes cuando en la obra miltoniana se plantea qué tipo de libertad puede desarrollarse bajo el determinismo de un plan divino prefijado, ante el que el personaje de Satán adopta una actitud cuyo principio subyacente es “self-determination – the free selection of one’s own character and values. This focus on self-determination becomes evident when he implores his followers that the group must ‘seek / [their] own good from [them]selves’”[3]. El opus magnum de Milton también ha sido vinculado por Roland Mushat Frye[4] con el planteamiento de cuestiones que con el existencialismo pasarán en el siglo XX al primer plano de la discusión filosófica. Para la filósofa Iris Murdoch, el pensamiento existencialista, hacia el que mostraba desapego, le parecía en su mayor parte “o un romance optimista o si no algo sin duda luciferino. (Heidegger es probablemente Lucifer en persona)”[5]. Murdoch retrotrae los antecedentes del existencialismo precisamente al Lucifer miltoniano, y glosa esta filosofía moral postkantiana como una cuyo centro

es la noción de la voluntad como creadora de valor. Los valores que antes estaban de alguna manera inscritos en los cielos y garantizados por Dios se colapsan en la voluntad humana. No hay ninguna realidad trascendente […]. El concepto moral soberano es la libertad o quizá el coraje en un sentido que lo identifica con la libertad, la voluntad y el poder[6].

Rasgos como la autodeterminación del individuo y la asunción de que este puede forjar su vida canalizando y ejerciendo su voluntad aproximan la filosofía existencialista a la rama inmanente del Sendero de la Mano Izquierda[7] representada por el satanismo laveyano o por el Templo Satánico. Para Gabriel Andrade, “the link of LaVey’s ideology with existentialism has seldom been explored by historians, but it certainly warrants further research”[8]. No obstante, los puntos de contacto no solo se establecen en dicha rama inmanente, pues el Templo de Set incluye entre sus documentos un breve ensayo del adepto Eulit M. Hinson explorando las similitudes y divergencias (dentro de estas últimas, la cabida de la práctica mágica, o que los setianos contemplen una esencia que precede a la existencia) entre existencialismo y satanismo desde una perspectiva setiana. De hecho, su fundador, Michael Aquino, ha declarado que antes de descubrir el satanismo de la mano de LaVey y forjar la rama teísta canalizada en el Templo de Set, fue un existencialista agónico tentado por el suicidio[9], que para Albert Camus era el problema filosófico fundamental.

En uno de sus ensayos principales, El hombre rebelde (1951), Camus aborda el concepto de rebeldía (nacido de una insatisfacción con un estado de cosas dado) y realiza un recorrido diacrónico a lo largo de diversas manifestaciones de esta, dedicando varias páginas de la segunda sección de su libro al tratamiento de las figuras de Prometeo y Satán en el Romanticismo como encarnaciones de una rebeldía metafísica que se alza ante un statu quo cósmico percibido como injusto y/u opresivo.  A comienzos del siglo XX ese adversario prometeico romántico tendría una de sus más notorias encarnaciones en el Satán de La rebelión de los ángeles, de Anatole France, que elude la tentación de poder latente en el personaje miltoniano y opta, más que por auspiciar una revolución que puede acabar generando un nuevo engranaje represivo, por orientar los esfuerzos a la revolución interior, a un trabajo introspectivo orientado a purgar tentaciones totalitarias. En el último capítulo de la novela de France, Satán es animado a una nueva insurrección con más posibilidades de éxito, y tras retirarse a deliberar tiene un sueño en el que se ve vencedor, pero en el cual, tras la victoria, embriagado por el poder, acaba cayendo en los mismos yerros que su adversario Ialdabaoth (el dios abrahámico bautizado por France con un nombre procedente de la tradición gnóstica), y cultivando similares rémoras. Tras despertar, alecciona a sus interlocutores indicándoles que el camino a seguir consistiría en espolear una transformación interior, en derrotar a Ialdabaoth, el tiránico demiurgo usurpador, dentro de uno mismo, no crear y alentar una rueda viciosa en la que antiguos sistemas de subyugación sean sustituidos por otros nuevos que traicionan o desvirtúan las intenciones originales que alentaron dichos movimientos revolucionarios, una deriva histórica que precisamente Camus aborda y deplora en su ensayo:

–Camaradas –dijo el gran arcángel–, no, no conquistaremos el cielo. Basta de poder. La guerra engendra la guerra y la victoria el desastre.

El Dios vencido llegará a ser Satán; Satán vencedor se proclamará Dios. ¡Que los hados no me reserven este espantoso destino! Amo el infierno que ha fraguado mi genio, amo la tierra a la que he hecho algún bien, si es posible hacerlo en este mundo terrible en el que la existencia de los seres sólo queda garantizada mediante el asesinato. Ahora, gracias a nosotros, el viejo Dios ha sido desposeído de su imperio terrestre y todo aquél que reflexiona en este mundo le desprecia o le ignora. Pero, ¿qué importa que los hombres ya no sean sumisos a Ialdabaoth, si el espíritu de Ialdabaoth permanece todavía en ellos, si están hechos a su semejanza y son envidiosos, violentos, belicosos, codiciosos, enemigos de las artes y la belleza? ¿Qué importa que hayan rechazado al feroz Demiurgo, si se empeñan en menospreciar a los demonios amigos que les muestran toda la verdad: Dionisos, Apolo y las Musas? En cuanto a nosotros, espíritus celestes, demonios sublimes, hemos destruido a Ialdabaoth, nuestro tirano, al destruir en nosotros el temor y la ignorancia.

Y Satán, volviéndose hacia el jardinero, le dijo:

–Nectario, combatiste junto a mí antes del origen del mundo. En aquella ocasión fuimos vencidos porque no comprendimos que la victoria es Espíritu y que está en nosotros, y sólo en nosotros debemos combatir y destruir a Ialdabaoth[10].

Se configura de este modo como una figura muy similar al modelo de rebelde camusiano, reacio a verse involucrado en un devenir histórico que desemboque en la sustitución de unas formas de opresión por otras bajo la bandera de la liberación. El filósofo francés alerta en su libro acerca del peligro de una autodivinización irresponsable y de “asaltar los cielos” pretendiendo aplicar una supuesta redención forzosa que estaría detrás de algunos de los desmanes totalitarios del siglo XX, del ejercicio de un modelo negativo y avasallante de libertad que ya había plasmado en el protagonista de su obra teatral Calígula. Frente a ello, la necesidad del hombre de hacerse dueño de sí mismo y tomar las riendas de su propia vida ejerciendo una libertad constructiva y responsable hace que no resulte baladí poner en paralelo el desenlace previamente citado de la novela de France con este fragmento de El hombre rebelde, por la similitud del mensaje:

Es la rebeldía la que es la mesura, la que la ordena, la defiende y la crea de nuevo a través de la historia y sus desórdenes. El origen mismo de este valor nos garantiza que no puede ser sino desgarrado. La mesura, nacida de la rebeldía, no puede vivirse más que por la rebeldía. Es un conflicto constante, perpetuamente suscitado y dominado por la inteligencia. No vence ni a lo imposible ni al abismo. Se equilibra con ellos. Hagamos lo que hagamos, la desmesura guardará siempre su sitio en el corazón del hombre, en el lugar de la soledad. Todos llevamos en nosotros nuestros presidios, nuestros crímenes y nuestros estragos. Pero nuestra tarea no está en desatarlos a través del mundo; está en combatirlos en nosotros mismos y en los otros. La rebeldía, la secular voluntad de no soportar de que hablaba Barrès, hoy día aún, está al principio de este combate. Madre de las formas, fuente de verdadera vida, nos mantiene siempre en pie en el movimiento informe y furioso de la historia[11].

No se trata de no intentar combatir las injusticias percibidas, sino de procurar no convertirse en aquello contra lo que se lucha. Camus, tras recibir el Nobel, expresó su repudio “por aquellos amantes de la libertad que quieren adornarla con cadenas redobladas, como por esos servidores de la justicia que piensan que la mejor manera de servirla es entregando varias generaciones a la injusticia”[12], en posible alusión a aquellos intelectuales que se mostraban aquiescentes con el estalinismo. Por entonces, el cisma con Sartre ya se había producido, y este último criticó acerbamente el libro de Camus que nos ocupa. Por otro lado, Camus no es un autor que entronice el individualismo en la medida de un Steiner u otros que preparan el camino al satanismo laveyano. De hecho, en un hilo de su cuenta oficial de Twitter, la Iglesia de Satán laveyana, al explicitar su consideración de la vida terrenal como la sola y única existencia, recibe la pregunta de una usuaria acerca de si el estilo de vida propugnado por ellos se puede entender como “an existentialist lifestyle? Like in Albert Camus’ The Stranger?”, y la organización responde: “More Nietzsche than Camus”[13], asintiendo a su filiación con la corriente filosófica y explicitando sus preferencias dentro de esta. Por su parte, Rose Vespira, quien fue integrante del Templo Satánico y después fundadora de The Crossroads Assembly, se define a sí misma como “a Satanist who is also an atheist engaged in an eternal jazz-hands conflict between absurdism and existentialism”, empleando poco después una cita literal de Camus para ilustrar su propia filosofía vital[14].  Es posible que el temperamento de la obra camusiana y su concepción de la rebeldía como algo que trasciende las individualidades y conecta a los hombres entre sí resulte poco estimulante a para algunos practicantes del satanismo en su enfoque más individualista. No obstante, Lucien Greaves, el portavoz del Templo Satánico (organización que incluye La rebelión de los ángeles, de France, dentro de su canon de lecturas), llama la atención sobre la necesidad de establecer vínculos significativos con base en intereses u objetivos comunes, sobre la necesidad de colaboración en una rebeldía compartida, replicando ante las no infrecuentes acusaciones de que su rama de satanismo favorece el colectivismo o incluso la “mentalidad de rebaño”:

there is a certain brand of left hand path adherent who will hear in this a renunciation of individualism, favoring communitarianism and collectivism […]. If we wish to maintain our right to make lifestyle choices as individuals, preserve our autonomy as individuals, and preserve any of our individual rights as they come under assault, we will need to collaborate to do so. This is no more contrary to the left hand path than is organizing a Church or Temple around the individualist philosophy to begin with[15].

La filosofía de Camus es proclive a cierto antinomismo responsable y a la superación de un nihilismo paralizante. En El mito de Sísifo afirma creer “de buena gana en la bravata legendaria, en esa risa insensata del hombre sano que desafía a un dios que no existe”[16], y concluye que esa pérdida de Dios, lejos de motivar la angustia que permeaba el sueño decimonónico de Jean Paul Richter, debe hacer que el hombre se vuelva sobre sí mismo “persuadido de origen enteramente humano de todo lo que es humano”[17] (el existencialismo es, a fin de cuentas, una filosofía eminentemente humanista, como explicaba Sartre ya desde el título de su libro El existencialismo es un humanismo) y no ceje en su empeño de asumir enteramente la vida aun con su posible carga de absurdo, superando un nihilismo de corte destructivo, ejemplificando su tarea con el castigo divino adjudicado a Sísifo, personaje mitológico condenado a cargar una roca hacia lo alto de una montaña desde donde esta vuelve a caer obligándole a repetir continuamente el trabajo:

Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas […]. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada fragmento mineral de esta montaña llena de oscuridad, forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre”[18].

Volviendo de nuevo a las referencias filosóficas que podemos encontrar rastreando la actividad de la cuenta oficial de Twitter de la Iglesia de Satán fundada por LaVey, no es una postura muy alejada la que esta organización presenta cuando, al recibir una pregunta acerca de su opinión sobre el nihilismo, se distancian de este explicando que los satanistas “recognize a world with no universal purpose gives us the opportunity to create our own and make the most of our lives”[19]. En ese enfoque inmanente desaparece la expectativa al uso de una recompensa o un castigo post-mortem y la vida terrenal adquiere valor por sí misma, dependiendo su configuración en buena parte de lo que el propio individuo haga con ella, soberano de sí mismo en un reino que es de este mundo.


[1] Peter Thorslev, “The Romantic Mind is its Own Place”, Comparative Literature 15, 1963, pp. 252-5.

[2] John Milton, El Paraíso perdido, Madrid: Cátedra, 1996, p. 80.

[3] Peter Zuk, “Milton as Servant, Satan as Existentialist: Competing Conceptions of Freedom in Paradise Lost”, Agora, Vol. 20, Artículo 4, 2011, p. 3, https://digitalshowcase.lynchburg.edu/agora/vol20/iss2011/4

[4] En su libro God, Man and Satan: Patterns of Christian Thought and Life in Paradise Lost, Pilgrim’s Progress, and the Great Theologians, Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 1960.

[5] Iris Murdoch, La soberanía del bien, Madrid: Taurus, 2019, p. 176.

[6] Ibíd., p. 188.

[7] Para la distinción entre rama inmanente y trascendente del Sendero Siniestro, véase Stephen E. Flowers, Lords of the Left-Hand Path: Forbidden Practices & Spiritual Heresies, Smithville, Texas: Rûna-Raven Press, 1997.

[8] Gabriel Andrade, “Anton Lavey’s Satanic Philosophy: An Analysis”, Intermountain West Journal of Religious Studies, Vol. 9, nº 1, otoño 2018, p. 38.

[9] Véase Aquino, Church of Satan, 6ª ed., 2009, p. 393.

[10] Anatole France, La rebelión de los ángeles, Madrid: Valdemar, 1987, p. 184.

[11] Albert Camus, El hombre rebelde, Madrid: Alianza Editorial, 2018, p. 415. El filósofo Javier Sádaba, en su prólogo a la edición citada de la novela de France, conecta ese desenlace con el pensamiento de Foucault: “Las últimas palabras del libro suenan, valga la comparación, a Foucault: es mejor liberarnos a nosotros mismos del poder que librarnos al poder” (en La rebelión de los ángeles, op. cit., p. 7).

[12] Citado en Jean Daniel, “Esta extraña necesidad de Camus. (Albert Camus y su concepción de la historia)”, Vuelta 27, feb. 1979, p. 14.

[13] https://twitter.com/churchofsatan/status/919656116170059776

[14] En su entrevista en The Luciferian Dominion: https://luciferiandominion.org/raising-the-bar-for-satanic-aesthetics-in-an-era-of-cringe/

[15] Lucien Greaves, “What is the difference between The Satanic Temple and the Church of Satan?”, https://thesatanictemple.com/pages/what-is-the-difference-between-the-satanic-temple-and-the-church-of-satan

[16] Camus, El mito de Sísifo, Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 102.

[17] Ibíd., p. 162.

[18] Ibíd.

[19] https://twitter.com/churchofsatan/status/1228567266792374277