La liturgia de la Misa Negra ha permanecido oculta hasta la fundación de la Iglesia de Satán, por A. S. La Vey, el 6 de junio de 1966, y la publicación posterior de la Biblia Satánica. No obstante, es evidente que el ritual debe ser más antiguo y que La Vey debió armar el rito basándose en autores previos. Pero, ¿es posible rastrear el origen de esta práctica?

Concebido como un acto invertido a la Eucaristía, es indudable el papel que ejerce el Missale Romanum —pues sienta la estructura a partir de la cual se va a invertir la Misa Negra— aunque, hasta en eso ha habido cambios, y la estructura de la Misa Romana ha ido evolucionando con el devenir de los siglos hasta el año 2000, momento en el cual se hace la última modificación.

La Misa Negra pretende ser un acto blasfemo hacia Dios que es protagonizado por el Diablo. Pero, la propia figura de Satanás ha cambiado con los tiempos y este hecho es inseparable al origen de Le Messe Noir. Situar el momento histórico que convierte a Satán en un enemigo para el statu quo es importante para poner en contexto el momento a partir del cual una Misa Negra se convierte en un acto de ofensa a la religión imperante. Inevitablemente, estas prácticas herméticas y ocultistas están unidas a la brujería, al uso de pociones y venenos. De ahí que para entender el origen de esta práctica herética hay que rastrear en el tiempo aquellos hechos relevantes que culminaron en la consecución de Le Messe Noir.

La Fundación de la Santa Inquisición Romana, bajo el mandato del Papa Gregorio IX, en Francia, en el año 1231, marca un punto de inflexión, pues denota una preocupación por las prácticas heréticas y ocultistas. Así lo atestiguan los grimorios de la época, plagados de pactos con el Maligno para conseguir sus favores. La primera referencia histórica a un personaje que pudiera estar llevando a cabo Misas Negras es la de Guilles de Rais, más conocido como Barba Azul, que nace en 1404 y muere en 1440, acusado de sacrificios de niños y pactos con el demonio. En el año 1472 se publica La Divina Comedia, de Dante Alighieri que, aunque nació en 1265 no vio impresa su obra hasta bien avanzado el siglo XV. La obra de Dante es importante por el contenido místico de la misma, en concreto, lo referido al Infierno. Durante el siglo XV tienen lugar un par de hechos destacables que merecen mención. En 1478 se funda la Inquisición en España, en 1487 se publica el Malleus Maleficarum —obra central para la caza de brujas—, y en 1493 nace Paracelso, considerado el padre de la Toxicología y autor de un importante corpus de conocimiento relativo a los venenos, básico para el progreso de la brujería. Paracelso muere en 1541, y no es hasta el año 1565 —un año después del nacimiento de William Shakespeare— que se publica “La Gran Obra”, opus capital en el devenir de la ciencia de los venenos.

Se nombra aquí al dramaturgo inglés por el uso que de los venenos hace en sus obras. En concreto, Hamlet, que se publica, como edición completa y revisada, en 1623. En esa década se produce la gran quema de brujas (Würzbug, Alemania, año 1629), lo que sugiere un movimiento muy activo en pos del demonio y sus prácticas oscuras.

El 17 de febrero de 1640 nace Catherine Monvoisin, en Blois (Francia), conocida después como Madame La Voisin y que, con total seguridad, construyó una liturgia para la Misa Negra. Reconocida por sus habilidades para crear y administrar venenos, se le atribuyen cientos de muerte por asesinatos y abortos, prosperando en la sociedad elitista de la Francia de Luis XIV. Fue famosa por sus rituales de consagración al demonio, a los que asistían burgueses y gente adinerada, con la intención de lograr pactos con el Ángel Negro. En 1667 se publica “El Paraíso Perdido”, obra capital de John Milton que da inicio a la romantización de Lucifer, cuya percepción como Portador de la Luz, como antihéroe benévolo, empezaba a desarrollarse con fuerza.

Las correrías de Catherine “La Voisin” Monvoisin llegan a su fin en el año 1670, cuando estalla el Escándalo de los Venenos, que salpica a la corte francesa de la época y pone en alerta a la Santa Inquisición. Se la acusa de brujería, de practicar abortos —algo prohibido en le época—, de asesinato y hasta de querer matar al rey. Entre las acusaciones está la de haber realizado Misas Negras y otras prácticas esotéricas (era adivina, leía las manos y era considerada una auténtica bruja). Todo ello la condujo a la hoguera el 22 de febrero de 1680.

Es muy probable que algunas de sus prácticas quedaran registradas en grimorios y manuscritos. No en vano, a esos actos asistían muchas personas. Así lo recoge La Vey en su libro “Los rituales satánicos”, que habla, incluso, de una sociedad secreta llamada Luciferiens Société, que debió hacerse eco de los detalles litúrgicos de las Misas Negras de La Voisin, poniéndolos en práctica a finales del siglo XIX y principios del XX. Esos documentos debieron ser reunidos por La Vey, que los hizo públicos a partir de la fundación de la Iglesia de Satán, ya a mediados del siglo XX. Es también probable que el propio La Vey, hombre del espectáculo y buen conocedor del psicodrama, aportara muchos elementos a las Misas Negras, tal y como se las concibe hoy en día.

Tal y como ocurre con la Eucaristía, es más que probable que las Misas Negras hayan sido heterodoxas a lo largo del tiempo. Sin embargo, la figura de Catherine “La Voisin” Monvoisin parece crucial en la instauración de unas prácticas cuyos objetivos no deben haber variado con el devenir de las centurias.

He dicho.

Ave Satanás, Luciferi Excelsis.